miércoles, 5 de agosto de 2009

¿Cuál es la pelea de fondo?

(Las verdaderas razones de las disputas en la CGT)


E

n el ojo del huracán está la Administración de Programas Especiales de la Superintendencia de Servicios de Salud.

No es bueno orinar contra el viento. Aunque suene feo, este es un apotegma que conocen muy bien los gordos y también los que no lo son tanto. Unos y otros son, antes que nada, especialistas en supervivencia y, como tal, saben donde está el punto exacto que puede alcanzar una soga tensada. De ahí que nadie deba sorprenderse al advertir que, el cruce que amagaba terminar en ruptura, haya concluido en una suerte de comedia de enredos con reproches, pedidos de disculpa y promesas de enmendar errores.

La volátil sociedad argentina atraviesa un momento en el que, en el marco de una suerte de megadiálogo, todos parecen dispuestos a sentarse a conversar con todos y conceptos como “trabajar juntos” y “moderación” cotizan en alza. En este marco, hubiera desentonado una radicalización del diferendo entre los principales actores de la CGT y por eso, dirigentes curtidos como lo son, optaron por protagonizar un guanteo previo a una pelea de fondo que quizás nunca llegue.

¿Pero son estos los únicos motivos por los que la sangre no llegó al río?

Los gordos sabían que cuando aún está fresca la herida abierta el 28 de junio y de cara a la convocatoria del Consejo para el Diálogo Económico y Social (Cdes), era el momento propicio para hacer que Hugo Moyano sintiera -al menos- un poco de rigor. Pero también para que el camionero y el gobierno, tomaran nota de que algo se modificó en la correlación de fuerzas dentro de la CGT.

Sobre esto la gestión Fernández tomó nota rápidamente. Dos de sus principales referentes, Carlos Tomada y Julio de Vido, tuvieron en sus manos la tarea de acercar posiciones. El gobierno no está dispuesto a tolerar que el Cdes fracase y la ausencia de algunos de los principales gremios cegetistas, le hubiera dado una excelente excusa a las cámaras empresariales para presionar.

La gestión Fernández jugó sus cartas sabiendo que la ruptura era una hipótesis poco probable. Dos de los principales gremios gordos, la Upcn y la Uocra de Andrés Rodríguez y Gerardo Martínez respectivamente, se ubican en la primera línea de los sectores que fueron beneficiados a partir de 2004. Y si bien hay otros que pueden añorar las mieles que saborearon durante los 90, todos saben que una estructura extremadamente burocrática y parasitaria del Estado como la que, por definición y ejercicio, poseen en mayor o menor grado las organizaciones que integran la CGT, sólo puede sobrevivir si se mantiene absolutamente imbricada con el Estado y, para ello, no conviene estar de punta con el gobierno.

¿Entonces por qué discuten? Ni la historia negra que los presenta como irracionales que pelean poder por el poder mismo, ni la de quienes, desde un relato poco más que idílico, interpelan a un universo del trabajo al que hace años no pertenecen, al menos, desde la experiencia cotidiana.

Lo cierto es que, en medio de una semana plagada de dimes y diretes, Armando Cavallieri le puso sensatez a la discusión cuando en una improvisada ronda de prensa y tras criticar a Moyano por su excesivo “personalismo”, reflexionó que todas no pueden ser para los camioneros, por lo que “hay que repartir más”.

En el ojo del huracán está la Administración de Programas Especiales de la Superintendencia de Servicios de Salud (APE), que es el ente encargado de reintegrar a las obras sociales de los sindicatos el diez por ciento de los aportes realizados por empleados y empleadores. La distribución se realiza conforme las necesidades de las obras sociales, por eso, es importante tener influencia a la hora de determinar quien necesita más que otro.

Hasta hoy, el gerente de prestaciones es Hugo Sola, un hombre de la obra social de los camioneros que aspiraba a ser el próximo gerente general, cargo que tras un fugaz paso, dejó vacante Mario Koltan. Pero todo parece indicar que esa gerencia fundamental a la hora de repartir las cartas, será una de las prendas de buena voluntad que Moyano deberá pagar para mantener la casa en orden.

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