lunes, 27 de julio de 2009

Un diálogo a fondo

(Editorial de Nuestra Propuesta del 16 de julio de 2009)

E

l golpe de estado en Honduras ha encontrado una respuesta heroica en su pueblo y una extendida solidaridad en todo el continente.

Pero no solo eso, también ha generado motivos de análisis acerca de los procesos políticos que se desarrollan en la región y las eventualidades a las que están sometidos, habida cuenta de la crisis mundial del capitalismo y los derroteros que los factores de poder tienen previstos para, a toda costa, mantener su subsistencia e impedir los avances democráticos y soberanos en Nuestra América.

En este contexto de crisis es que se está debatiendo, tras las elecciones, en cada ámbito social o político en nuestro país, y en él se inscribe la convocatoria al diálogo que propuso la presidenta Fernández de Kirchner, el 9 de julio en Tucumán.

El Partido Comunista dispone de la Propuesta para enfrentar la crisis, que se presentó en el Hotel Castelar de Buenos Aires en marzo pasado, que animó todas las conversaciones y acuerdos electorales recientes por parte de nuestro partido, y que está plenamente vigente porque plantea que “la lógica de la subordinación al modelo transnacional del neoliberalismo, con sus organismos de control y dictado de políticas, que llevó a nuestro país al precipicio de diciembre de 2001 y al derrumbe del que aún no se ha recuperado, pese al período de `bonanza´ producido por los altos precios de los commodities, petróleo y soja principalmente, reclama un debate a nivel nacional sobre el rumbo adecuado para enfrentar la situación, por fuera del culto neoliberal a la `mano invisible y autorreguladora´ del mercado o la apelación a teorías que solo pondrían algunos parches sin resolver las cuestiones de fondo”.

Dicho esto, debemos puntualizar que el llamado presidencial escinde el diálogo social, al que convoca a organizaciones empresariales y de los trabajadores, del político, al que convoca a los partidos políticos, en lo que parece será un intercambio sobre el sistema de partidos y las cuestiones electorales, que llaman reforma política.

Una verdadera reforma política ha de estar sustentada en las cuestiones más urgentes, como la integración latinoamericana, la ampliación del mercado interno por la vía de la distribución de la riqueza, la recuperación del patrimonio nacional, la promoción a todas las formas de economía popular y social y la defensa irrestricta de las libertades públicas, la democracia y los derechos humanos, constituyen, a nuestro entender, el núcleo de un programa de acción.

Ante el deterioro de la situación social, la escasez de ingresos y la caída de la producción, producto de la grave crisis internacional, el empleo, el salario, la desocupación, la situación de los trabajadores informales y de los jubilados deben constituir la prioridad. Los insistentes reclamos empresariales para mantener su nivel de ganancias, producir despidos preventivos, reducir la jornada laboral, eliminar contratos laborales, suspender las paritarias, devaluar la moneda, eliminar las retenciones, nos llevaría una vez más a momentos similares a los vividos en 2001, en un nuevo y más complejo contexto político y social.

No es regresando a la desgastada receta de “enfriar” la economía reduciendo el gasto público y el consumo, a través de la pérdida del poder adquisitivo del salario real, sino que es necesario terminar con la pobreza y la desigualdad social.

Esta es la única propuesta para los trabajadores, los sectores populares, los pequeños y medios productores urbanos y rurales y requiere cambios de fondo en el esquema tributario, avanzando con gravámenes sobre la actividad financiera y con las políticas de retenciones también a los sectores mineros y petroleros, con políticas públicas que protejan nuestros recursos y paren la fuga de capitales.

La unidad y la movilización de los trabajadores, de los sectores populares en pos de un programa común será la base de una fuerza popular, nacional, patriótica y antiimperialista que pueda concretar una alternativa de gobierno y de poder para alcanzar la libertad, la dignidad y el bienestar que nuestro pueblo merece.

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