sábado, 12 de septiembre de 2009

Otro modelo de país

(Editorial de Nuestra Propuesta del 10 de septiembre de 2009)
  Los efectos de la crisis mundial, que comienzan a sentirse con mayor intensidad, acrecientan los problemas de la crisis en nuestro país. Parte de ésta es la crisis de alternativa política que afecta seriamente a las izquierdas y al movimiento popular.

  El despliegue de las fuerzas populares va a la retranca, no logramos superar la coyuntura y la inmediatez, y esto es malo para la construcción de una fuerza que represente al espacio popular. Es necesario que crezcamos en eficacia para unir a la izquierda tal cual es, en sus torrentes históricos de nacionalismo popular, de pensamiento cristiano de liberación, de proveniencia marxista, superando fronteras divisorias e impidiendo que se instalen nuevas y falsas divisiones asentadas en cuestiones inmediatas. Un dato positivo de recientes experiencias electorales o encuentros de debate entre militantes, es precisamente la confluencia de estos torrentes, no siempre todos, lo que debe multiplicarse a lo largo y ancho del país, sin aceptar las limitaciones que reducen nuestra iniciativa.

  El debate democrático y plural entre todos los que están comprometidos con una salida democrática, antimperialista y popular a la crisis mundial y nacional constituye el núcleo de un programa de acción que será protagonizado por un vasto y plural movimiento de masas.

  Esto tiene en cuenta sectores que incluyen al gobierno, sectores que se oponen a determinadas políticas gubernamentales herederas del pasado neoliberal y acciones basadas en nuestras propias fuerzas orientadas hacia la construcción autónoma de poder popular.

  Con estos sectores que incluyen al gobierno, tenemos que actuar de manera enérgica, pero también flexible y racional. Estamos confrontando con el modelo dominante de la tercera vía que intenta una refundación de funciones entre el mercado y el Estado, a lo que tenemos que oponer la perspectiva de otro modelo de país.

   Modelo que los comunistas definimos en los ejes de integración latinoamericana, distribución de la riqueza, democracia protagónica y desarrollo económico popular.

  En la actual correlación de fuerzas existe una importante crisis de representación que abarca a las grandes formaciones políticas. Y es en esa crisis en la que cabalga la derecha para reformularse ideológica, política y orgánicamente. Y, tal como lo propone Mariano Grondona, “encarar la transición, el cambio de los Kirchner, cuya forma de dominación fue derrotada en las urnas”, y se pregunta si habrá una salida democrática y constitucional a este desgarrador dilema de los argentinos, dado que el atajo golpista del pasado ya no existe, habría otro atajo, esta vez institucional, para salir de la parálisis de un gobierno “apenas residual”. El hombre de La Nación no se oculta y dice derecho viejo y sin sonrojarse que tras un pacto como el de La Moncloa, con todos los partidos democráticos, incluidos ex kirchneristas, el panradicalismo más el socialismo, Cobos y Terragno, el peronismo republicano de Reutemann, Solá y De Narváez y otros valiosos como Rodríguez Saa y Juan Carlos Romero -es decir, la derecha- podrían construir un nuevo bipartidismo para alternarse pacíficamente desde 2011 en adelante. 

  Esto dice y hace nuestro enemigo, y del enemigo hay una sola cosa útil, el consejo.

  Nuestra batalla exige ante todo tener una política enérgica contra la derecha fascista y protofascista. Pero la izquierda también tiene la oportunidad de cabalgar sobre esta crisis de representación y resolver lo que nunca pudo hasta ahora, construir una fuerza frentista plural, unitaria que organice a grandes sectores, una poderosa herramienta para el cambio social, tal como lo señala nuestro 24º Congreso.

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